
¿Por qué el coche se avería más en verano?
No cabe duda de que el coche es el medio de transporte más popular para moverse en verano, especialmente porque nos da más libertad y es más barato cuando se viaja con toda la familia al completo. La cuestión es que, después de pasar semanas preparando las vacaciones, no podemos ni llegar a imaginarnos el disgusto que tendríamos si nuestro vehículo sufre una avería porque no lo hemos llevado a revisión o porque el mantenimiento que le hemos hecho en los últimos meses es deficiente.
Por esta razón, si tienes pensado coger el coche durante los meses de julio y agosto, sin importar a dónde vayas, recuerda que lo importante es llegar sin que nos encontremos con ninguna avería a lo largo del trayecto. Piensa que cualquier problema mecánico no sólo conlleva un contratiempo muy desagradable, sino que además podría poner en riesgo tu seguridad y la del resto de acompañantes.
Hay que tener en cuenta que la edad media del parque automovilístico en España es de unos 12 años, lo que trae consigo consecuencias muy negativas. En primer lugar, sería la causa de gran parte de las averías que se producen en verano. Pero además, la mayoría de los conductores no mantienen las revisiones mecánicas al día ni acuden al taller antes de hacer un viaje largo. A lo que hay que sumar el mal estado de algunas carreteras del país, que hace que la vida útil de algunos componentes del vehículo se acorte.
¿Cuáles son las principales averías de los coches en verano?
Las baterías siguen siendo la causa principal de la gran mayoría de las averías que se producen en los meses de julio y agosto, lo que impide que podamos poner en marcha el coche. Por este motivo, es fundamental revisarla en cuanto detectemos cualquier anomalía a la hora de encender el motor, tanto en carga como en los propios componentes y en el estado de la misma.
La segunda causa más habitual suelen ser los neumáticos, un componente de gran importancia en cuestiones de seguridad, ya que se trata del único punto de contacto que el vehículo mantiene con la carretera. Si no se encuentran en las condiciones óptimas, nos exponemos a sufrir un accidente.
Antes de hacer cualquier viaje, debemos comprobar que la presión es la correcta y que la profundidad del dibujo es superior a 1,6 mm, siendo lo ideal que al menos tenga 3 mm. Además, detectas bultos o grietas, es hora de cambiarlos. Ni que decir tiene que si hemos superado la fecha de caducidad de los mismos, aunque hayan tenido muy poco uso, es recomendable cambiarlos.
Otro de los elementos que pueden ocasionarnos más de un quebraderos de cabeza en un trayecto largo son los líquidos y filtros del coche. La buena noticia es que en este caso la solución es mucho más sencilla. No podemos olvidarnos de revisar el aceite, los líquidos de freno, dirección, refrigerante y limpiar el parabrisas. La comprobación de los niveles debe realizarse cuando el motor está parado y en frío y siempre sobre una superficie plana. Además, es recomendable revisar los filtros del aire, el aceite y el polen.
También hay que mencionar las averías EGR, una de las piezas más importantes y, al mismo tiempo, más desconocidas del vehículo. Su misión es redirigir los gases con partículas contaminantes hacia el sistema de combustión, evitando que estas partículas se acumulen y lleguen al motor. En los meses de verano, estas partículas aumentan, por lo que el sistema sufre un sobre esfuerzo que puede hacer que pierda efectividad y termine averiándose.